jueves, 31 de octubre de 2024

Del libro: “La ausencia. Cuando un ser querido se va” de Patricia Ibarra - Ayuda a los pequeños

 

AYUDA A LOS PEQUEÑOS EN SU DUELO

 



Los niños tienen su propio mundo, pero es responsabilidad de los adultos ayudarles a crecer y desarrollarse lo mejor posible.  A veces parece que los pequeños no pueden darse cuenta de la realidad de la muerte y quisiéramos mantenerlos así, en su mundo de fantasía y juegos.

Pero la realidad es que la muerte también puede golpearlos y destruir su mundo, ya sea cuando se presenta el fallecimiento de alguno de sus padres, de sus abuelos, hermanos, amigos… y es nuestro deber ayudarles en su proceso.

1.-  Mantente atento a los sentimientos de los niños, escúchalos cada vez que sea necesario. Hazles comprender que tienes respeto por lo que sienten. Observa lo que hablan con otros niños o cuando juegan solos, para que sepas qué es lo que sienten y lo que les preocupa.

2.-  Cuando el niño toque el tema de la muerte, no trates de evitarlo. Incluso si no se ha producido ningún fallecimiento cercano, puedes comenzar a prepararlo para algo que tarde o temprano tendrá que enfrentar, con la muerte de una mascota o algún ejemplo tomado de una película o programa de televisión.

3.-  Sé paciente y tolerante.  Es posible que tengas que explicar lo mismo en varias ocasiones.  Recuerda que los niños, sobre todo a cierta edad, no se cansan de preguntar, eso es parte de su crecimiento.

4.-  Habla lo más claramente posible llamando a las cosas por su nombre.  Pídele al niño que repita lo que le explicaste, para que te asegures de que realmente entendió.

5.-  Demuestra tus propios sentimientos y pensamientos con él. No tengas miedo de decirle que te sientes muy triste por lo ocurrido.  No te hagas el fuerte frente a él porque percibirá que le estas mintiendo.

6.-  No olvides que cada doliente tiene su manera de expresar sus sentimientos, y los niños no son la excepción. No trates de imponer tu manera de sentir a los demás.  Sé respetuoso con la forma de ser de cada quien.

7.-  Déjalo que llore y se desahogue. Jamás le digas que se guante, y menos “como los hombres”.  Cuando el dolor no se expresa adecuadamente explota de otras maneras; en el caso de los niños puede ser a través de pesadillas, agresividad, mala conducta, bajas calificaciones, etcétera.

8.-  No impidas que participe en el sepelio pero tampoco lo obligues. Si él se manifiesta interesado en ir puede ser una experiencia positiva que le ayude a despedirse y a iniciar su proceso de duelo sanamente.  Eso sí: explícale que es lo que verá y escuchará en el funeral. Lo que sí es desaconsejable es obligarlo o permitirle que bese el cadáver, es una experiencia traumática y más en tan corta edad.

9.-  Sigue la rutina cotidiana. Los niños se sienten más seguros cuando su mundo sigue las pautas establecidas.

10.-  Nunca dejes de decirles cuánto los quieres.

 

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jueves, 24 de octubre de 2024

Del libro “Por el placer de vivir” de César Lozano - Autoestima

 

Del libro “Por el placer de vivir”  de César Lozano

 



Si quieres aumentar notablemente tu autoestima, sigue estos sencillos pasos.

 1.-  Interésate por lo que te rodea.  Busca información que te haga sentir mejor y te ayude a estar actualizado. Lee, documéntate para estar en la jugada. Interésate además por tus relaciones con los demás, sin poner en manos de quien te rodea la imagen que tienes sobre tu persona.

 2.-  Evita la ociosidad.  Es el principio de todos los males y de todos los pensamientos derrotistas.  “¡La vida es movimiento!”, decía mi abuela con frecuencia, pues ella estaba siempre activa, en movimiento, cosiendo, leyendo, cocinando algo nuevo, pero nunca ociosa.

Cuando le pedíamos que se acostara porque la veíamos enferma, contestaba con un rotundo ¡no! Y exclamaba: “¡Cuando me muera, me acuestan!” Era bastante gallona y calzonuda mi querida abuela doña Pola.

Procura dedicar tiempo para ti, a tu imagen, a tu mente y a tu relación con Dios. Verás cómo tu autoestima se ve favorecida.

 3.-  Lo que hagas hazlo bien. Se vive y se duerme mejor cuando nos queda la satisfacción de haber puesto nuestro mejor esfuerzo en todo lo que emprendemos. Ya que tienes que ir al trabajo, ¡hazlo de la mejor manera!

Hacer las cosas al “ahí se va” se verá reflejado en tu vida y tu subconsciente lo aceptará como parte de tu esencia. Si actúas así, tu vida será igual de insípida e intrascendente, lo cual se manifestará en tu autoestima. Revisa lo que hagas a diario, mejora lo que no funciona, pero tampoco te castigues. Aprende la lección y procura dar lo mejor de ti.

 4.-  Acepta halagos. Cuando alguien reconozca tu esfuerzo, tu belleza, tu alegría, tu porte, tu gracia, tu amor, acéptalo con gusto. Di gracias y siéntete merecedor de ese halago, sin caer en la soberbia.

No devuelvas el halago con frases lastimeras como: “¡No, no estoy delgado, sigo hecho un cerdo!” Después de haber bajado veinte kilos con muchísimo esfuerzo, ¿por qué no recibes bien el elogio o el reconocimiento? Acéptalo y da las gracias porque los demás lo notan, puedes decir algo como: “Gracias, de verdad. No te imaginas el esfuerzo que puse y por eso me alegro.” Acepta y siéntete digno de recibir las muestras de cariño y aprecio de la gente, porque eso aumenta considerablemente tu autoestima.

También te sugiero que si nadie te halaga ni reconoce tu amor o tu esfuerzo, lo hagas tú mismo. Frente al espejo, di lo bien que te sientes y lo bien que te ves. Felicítate por lo que ha significado para ti determinado logro. Cuando termine un día, haz el recuento de acciones bien realizadas. Recuerda lo bien que te trataron y que tú trataste, y verás los grandes beneficios que sientes en tu interior.

 5.-  Prémiate. Así te será más fácil repetir tus éxitos y buenas acciones. Obséquiate unos minutos o un día para ti, sin necesidad de querer cumplir con quienes te rodean. ¡Es tu día, es tu momento! ¡Haz lo que se te dé tu regalada gana, porque te lo mereces! Te mereces obsequiarte algo que te haga sentir bien. Te mereces darte un antojo.

 Infinidad de hombres y mujeres sienten culpa cuando se compran algo pensando que ese dinero podría ser destinado para cosas más importantes. Claro que tu familia es importante, pero tú también tienes derecho a consentirte, a quererte ¡y a valorarte!

 La autoestima se mide por la buena consideración que se tiene a uno mismo, y no por la idea de ser el mejor, como muchos creen. Se sabe que cuando uno se siente superior, carece de autoestima y en realidad se está hundiendo poco a poco. Alguien con autoestima sólida busca aplicar los pasos antes mencionados, no para ser otra persona sino para mejorar su imagen interior y exterior.

Defectos tenemos todos. Somos imperfectos por naturaleza, pero de cada uno de nosotros depende que estas imperfecciones sean más notorias que nuestras cualidades.

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lunes, 21 de octubre de 2024

 

Del libro: “Un alma valiente” de Nick Vujicic

Estrategias de defensa contra bullies

 

1.-  EVALÚA LA SITUACIÓN.

Antes de que cualquier cosa suceda, piensa si el agresor es una amenaza física o si nada mas está tratando de asustarte o herirte. Es mejor no sobreactuar, pero es todavía mejor sobreactuar que no ser lo suficientemente cuidadoso. Si sabes que este bully es capaz de ocasionarte un daño físico grave, deberías hablar con un adulto, ya sean tus padres, algún pariente, un maestro, un entrenador, un ministro religioso o un policía.  Si estás seguro de que el agresor solo quiere avergonzarte o atormentarte, de cualquier manera sería buena idea que le contaras a un adulto que estás teniendo ese problema, pero también deberías prepararte para ir con la cabeza en alto y dejar que las palabras se te resbalen.

2.-  LLAMA A TUS REFUERZOS

Si crees que un agresor planea confrontarte en la escuela, en la calle, en un juego o en algún otro evento, cuéntales a tus padres y por lo menos a otro adulto más que esté en posición de ayudarte. También deberías decírselo a tus amigos. No hay gloria en ir solo. Si es posible que siempre estés acompañado por lo menos de una persona, hazlo. Quienes se preocupan por ti quieren estar ahí para apoyarte. Incluso si no pueden estar ahí cuando el agresor te confronte, es importante que sepan que te sientes amenazado y que les digas quien es tu agresor.

3.-  MANTENTE CALMADO

Es más fácil decirlo que hacerlo, ya lo sé. Si piensas que se acerca una confrontación, para aumentar tu seguridad, lee un par de veces al día las afirmaciones de tu “Sistema de defensa contra el bullying”. Tómate un tiempo para pensar en las distintas posibilidades de lo que podría suceder para que estés preparado mental y emocionalmente: de la misma manera en que un atleta se prepara para un juego o un partido. Una vez más, haz tu mejor esfuerzo por mantener cerca a tus amigos y a quienes te apoyan.

Si el bully te confronta, una de las mejores maneras de mantenerte calmado es controlar tu respiración, inhalando profundamente y liberando el aire con lentitud. Si has escuchado las burlas de ese agresor con anterioridad, intenta quitarles el aguijón al imaginar que sus palabras rebotan en tu cuerpo. Después de todo, son sólo palabras. Palos y piedras, ¿verdad? Solo tienen el poder de lastimarte si permites que eso suceda. Tienes el poder de ignorarlas simple y sencillamente.

Tu mejor opción podría ser no hacer nada en lo absoluto. Ignora las palabras del agresor. Deberías ver a los ojos a tu antagonista, pero no enfrascarte en un concurso de quien sostiene más tiempo la mirada. En cambio, toma nota del agresor y simplemente sigue caminando. La mayoría de los bullies disfrutan al obtener una reacción que les brinda atención y alimenta su ego. Si te niegas a jugar ese juego, tal vez el agresor decida que no vale la pena molestarte.

4.-  RECURRE A TU FE Y A LA FUERZA DE DIOS

Siempre es bueno que alguien conocido como el Señor todopoderoso te esté cuidando las espaldas. Eres un hijo de Dios y él te guiara a través de tus batallas. Aprovecha su amor.

5.-  LLEVA LA CABEZA EN ALTO

Los bullies son menos propensos a molestar a alguien que parece seguro de sí mismo, así es que, incluso si no te sientes así por dentro, haz tu mejor esfuerzo por proyectar esa imagen en el exterior sin parecer arrogante ni agresivo. Puedes hacerlo al mirar a los ojos al agresor, al mantener los hombros equilibrados y el pecho hacia atrás. Cuando un bully te moleste, si puedes, no demuestres ninguna emoción. Muchos agresores se rendirán si no pueden provocar una fuerte reacción antes su maldad.

6.-  CONOCE TUS CAMPOS DE BATALLA

Entrénate para ver a tu alrededor y evaluar la escena en la que te está confrontando un agresor. Revisa si hay amigos suyos por ahí y si hay algo que puedas usar para defenderte, en caso de que no tengas otra alternativa. Durante tu encuentro con el agresor, mantente alerta y consciente de los cambios en su estado de ánimo, tono de voz y lenguaje corporal. Si el bully se pone cada vez más agresivo y se mueve hacia ti, debes estar listo para irte caminando o corriendo, para pedir ayuda o para defenderte.

Haz un mapa mental de las rutas de escape. Mira a tu alrededor para ver si hay alguien por ahí que podría ayudarte. No tengas miedo de pedir ayuda a extraños como último recurso. También puedes irte a para junto a un adulto para que el agresor desista de atacarte. Si tienes teléfono celular, asegúrate de programar un código de marcado rápido con un número de emergencia de amigos, familiares o de las autoridades.

7.-  RESPETA AL AGRESOR

Suena loco, ¿verdad? Algunas personas se convierten en bullies para ocultar sus inseguridades y su baja autoestima, así es que insultarlas o humillarlas quizá sólo empeore una situación ya de por sí mala. Por difícil que pueda ser, trata al agresor con respeto, incluso si él no te muestra ninguno. Puede que el ánimo del bully esté fuera de control, pero no querrás añadir combustible a las llamas.

8.-  MANTENTE FUERA DEL ALCANCE

En Proverbios 4:14-16, la Biblia ofrece algunos sabios consejos sobre cómo evitar a los agresores: “No entres en la senda de los malvados ni avances por el camino de los malos.  Evítalo, no pases por allí, desvíate de él, y pasa de largo. Porque ellos no duermen, si no hacen el mal; pierden el sueño, si no hacen caer a alguien”.

A que es difícil mejorar ese fragmento de sabiduría antigua. Puede parecer obvio, pero deberías intentar no ir a ninguna parte en donde tu agresor te pueda confrontar a solas. Si hay un área de juegos o un centro comercial o algún otro lugar que frecuente tu agresor, mantente alejado. Si tu agresor te está confrontando en la escuela o en algún otro lugar en donde tengas que estar, por favor intenta mantener la mayor distancia posible entre tú y él, en especial si no hay nadie por ahí que pueda ayudarte.

Los expertos en autodefensa aconsejan mantenerse por lo menos a dos o tres pasos fuera del alcance. ¡Te aconsejo que te mantengas a uno o dos kilómetros de distancia! No querrás facilitarle al agresor el que pueda agarrarte o molestarte verbalmente. Si el bully intenta reducir la distancia, tienes la alternativa de retroceder con paso ágil – no corras si puedes evitarlo – o puedes pedirle respetuosamente que no se acerque. Si huyes caminando o corriendo, asegúrate de revisar que el agresor no te esté persiguiendo.

9.-  NO PERMITAS QUE EL AGRESOR TE ENCUENTRE SOLO O TE APARTE DE LOS DEMAS

Si el bully intenta empujarte o arrastrarte lejos de las demás personas o meterte en un vehículo, haz tu mejor esfuerzo por hacer el mayor ruido posible mientras te resistes físicamente. Dile que se detenga. Si no lo hace, entonces grita “¡SUÉLTAME!” lo más fuerte que puedas e intenta atraer la atención de las personas que están a tu alrededor.

Puede que sea momento de contraatacar si el agresor te sigue agarrando. También podrías tirarte al suelo, agárrate de un poste o de una cerca y gritar pidiendo ayuda si sientes que corres el peligro de que el agresor te arrastre lejos.  Patear, morder, rasguñar, y escupir son acciones de autodefensa que puedes usar como último recurso si sientes que te están atacando y estas en grave peligro. Si tienes spray de pimienta o algún otro repelente de autodefensa similar y sabes cómo usarlo, este es el momento.

 

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jueves, 10 de octubre de 2024

NOTA INFORMATIVA

 NOTA  INFORMATIVA


Estamos trabajando en la TRANSICION de las publicaciones de este Blog a publicaciones por Facebook.

Dicho de otra forma, este Blog dejará de existir, y podrán seguir las publicaciones a través de FB. 

Se les agradece su seguimiento por este medio, y se les invita a continuar haciendo por FB, pronto les indicaremos como hacerlo. 



Del libro: “Del otro lado del miedo” de Mario Guerra. - Los disfraces del miedo

 

Del libro: “Del otro lado del miedo” de Mario Guerra.

 

LOS DISFRACES DEL MIEDO

 


Enojo, ira o agresión

La ira parece ser el disfraz favorito no sólo del miedo, sino de otras emociones y sentimientos como la frustración, la pérdida, el fracaso, el abandono o la tristeza. ¿Y cómo no serlo? Su presencia imponente aleja a todo lo que lastima o asusta. El miedo nos merma, mientras que el enojo nos hace ver grandes.  

Apatía, indiferencia o aburrimiento

Sé que en el mundo hay personas genuinamente egoístas, narcisistas y que se muestran apáticas e indiferentes ante las tragedias, las injusticias, el maltrato de personas y animales, las crisis migratorias o el calentamiento global. Sin embargo, hay otras personas que, sin tener algún problema de personalidad o ser de escasos valores, prefieren voltear la cara para el otro lado y decir que esas cosas “no son de su incumbencia” “para qué se involucran si ellos solos no harán la diferencia” o incluso que todo lo que se dice por ahí no es más que una invención, que las cosas no están tan mal. Quizá parezca que sientan muy lejanas las crisis y las tragedias o tal vez demasiado cercanas.  A veces el miedo a confrontar una realidad que no se quiere ver hace que muchos prefieran hacer que no les interesa antes que asumir que les asusta no hacer lo suficiente para evitar el mal que les rodea. 

Por ejemplo, si tienes miedo a morir ahogado dirás que no te interesa la natación. Así también, hay personas que comienzan una tarea o proyecto para después dejarlo a media porque dicen que ya les aburrió…  Pero frecuentemente el aburrimiento no es sino otros disfraz del miedo para justificar, de manera más aceptable, el miedo a fracasar.

Desapego

La supuesta renuncia a amar por miedo a perder, o a no recibir lo mismo de vuelta, evoca al miedo existencial del aislamiento. Despierta nuestros miedos ancestrales a la soledad y la exclusión, a no ser parte del clan o grupo familiar. Es sentirnos tan atemorizados que es preferible convencernos que no necesitamos nada de nadie y que es mejor estar solos y desapegados para no sufrir, tanto que dicen por ahí: “Ni falta el que se va, ni sobra el que se queda.”

Procrastinación, pereza, inacción o ausencia de inspiración

Cuando el miedo nos habla para empujarnos a demorar o posponer situaciones o acciones, suele gritarnos cosas como: “No estás listo.” “Éste no es el momento perfecto.” “No eres lo suficientemente bueno, tienes que prepararte más antes de empezar.”  “Es jueves, mejor empieza el lunes y así ya te vas de corrido con la semana.” “Necesitas descansar, así no vas a poder fluir”, entre otras joyas para lograr protegernos de un potencial fracaso.  El punto es que el miedo acaba por decirte todos los días:  “Mejor empecemos mañana.” Y no sólo nos habla, también no arroja distractores en el camino.  Justo antes de iniciar la tarea que quieres hacer, pero no puedes, te das cuenta que el cajón de tu escritorio está desordenado; recuerdas que el otro día alguien te contó que fue a un parque muy bonito por tus rumbos y ahora tú necesitas investigar dónde está exactamente para ver si vas el sábado; recuerdas que hace mucho no le hablas a tu hermana para saludarla; que viste un meme hermoso de un gatito que te llevó a preguntarte cuántas razas de gato habrá, cuánto tiempo viven y cómo se reproducen.  Es natural que temas tan fundamentales no te dejen avanzar en tus proyectos importantes, así que en resolverlos se te va el día, la semana, el mes y la vida entera.  Y de verdad que yo sé en propia piel que no es falta de voluntad, sino miedo lo que te tiene paralizado.

Soberbia o arrogancia

Imaginemos que tienes un compañero o compañera de trabajo con quien, además, consideras que tienes una buena amistad. Te cae bien porque es una persona amable, divertida y solidaria. Además, parece disfrutar su trabajo. Un día, precisamente por sus méritos y antigüedad en la empresa, recibe un ascenso.  Ahora es gerente de un área que acaba de crearse. En poco tiempo, todo cambia: aquella persona amable se ha convertido en alguien irreconocible, humilla a los demás, incluso les falta al respeto a la vez que parece que busca ser admirada y respetada por todas las grandes cosas que ha hecho y por todas las cualidades especiales que tiene. Lo lógico es pensar que a esta persona “se le subió el puesto”, que ahora si “enseñó el cobre” y toda su bondad no era sino una fachada para ocultar su verdadera naturaleza maléfica, ¿no es así? Sin embargo, es posible que el disfraz de la soberbia y arrogancia no lo usaba antes y ha recurrido a él para ocultar un miedo muy grande.

Optimismo irracional o excesiva confianza

He sido testigo de primera mano de cómo un familiar o la familia entera de una persona en condición terminal tienen tanto miedo de afrontar la verdad que se muestran irracionalmente optimistas no sólo con el enfermo, sino entre ellos mismos.  Viven agarrados de un: “Todo va a salir bien”, “verás cómo te curas”, sin dar oportunidad para que se hable de lo importante o de lo que el enfermo quiera halar, mientras aún hay oportunidad.

Hiperactividad y practicidad

“No he tenido tiempo ni de pensar en eso ahora, ando con muchas presiones en el trabajo.” Permitir hacernos de tantas actividades que ya no tengamos tiempo para nada más puede ser otro disfraz del miedo y tiene la misma naturaleza que algunos de los que ya he descrito: la evitación del afrontamiento con lo que duele o lo que asusta.

Perfeccionismo 

No pocas veces algunos pacientes me han contado, durante el desarrollo de su proceso terapéutico, cómo sus padres y otros adultos del entorno los presionaban para alcanzar la excelencia o les pedían ocultar o maquillar sus supuestos fracasos: “Te vamos a cambiar de escuela para que nadie sepa que vas a repetir el año.” “Si te preguntan en la familia si aprobaste el examen de grado les dices que sí, no quiero que me estén preguntando nada.” “Yo no te mando a la escuela a hacer amigos, te mando a estudiar y a aprender para que saques buenas calificaciones.”  “Tú único deber es estudiar así que dedícate a eso.” “Si no puedes con la escuela te saco y te pones a trabajar.”  “¿Por qué nunca estás en el cuadro de honor?”  Estos mensajes, entre otros, van permeando en la mente infantil como instrucciones para la vida que hay que seguir como una cuestión de vida o muerte.  Es como si el verdadero mensaje hubiera sido: “Siempre tienes que ser preciso, diligente, oportuno, adecuado, inteligente, carismático e infalible sin importar la condición o situación por la que estés pasando.”   El miedo detrás de todo esto es justamente l miedo a decepcionar y a fracasar. A no ser lo suficientemente valiosos a los ojos de aquellos que nos aman y amamos.

Excusas

Las excusas y pretextos salen a relucir como un disfraz del miedo al fracaso. Algunas personas se quedan en relaciones de pareja insatisfactorias porque dicen que todos (hombres o mujeres, según sea el caso) son iguales. Hay personas que se quedan en los trabajos que no les gustan porque dicen que el mercado laboral es complicado. Otros dicen que no hacen ejercicio porque no tienen tiempo, están cansados o la genética no les ayuda. Los niños dicen que sus maestros los castigan porque los odian o sacaron mala calificación porque las preguntas que venían en el examen no eran las que el maestro les dijo que estarían ahí.

Hay tantos disfraces para el miedo como excusas podemos inventar:  “Todavía estoy muy joven o ya estoy muy viejo.” “La economía del país no está pasando por su mejor momento.” “No hay dinero.” “Ya perdí práctica.” “Nadie me apoya”. “NO tengo experiencia o estoy sobre calificado.” “Qué tal que nos va mal.” … Hay quien culpa a la salud, a la infancia, a la injusticia, al clima, a la mala suerte, a su signo zodiacal o hasta que Mercurio está retrógrado y ahorita no conviene arriesgarse.  El miedo nos hace usar la imaginación de maneras insospechadas.

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lunes, 7 de octubre de 2024

Tune up emocional… Autora: Alicia Campos Vera

 

Tune up emocional… Autora:  Alicia Campos Vera 

 



Un tune up en términos de música, significa ajustar los instrumentos musicales para una perfecta entonación.

Un tune up en informática equivale a hacer limpieza y corregir fallas del equipo de cómputo y optimizar el sistema, para que mejore la eficacia.

En términos de mecánica, un tune up significa hacer ajustes y pequeñas reparaciones a la maquinaria, para lograr que el auto tenga un desempeño eficiente.

Un tune up emocional equivale a regular y/o gestionar las emociones en forma personal, o mediante terapia psicológica, psiquiátrica o tanatológica, para dar nuestro mejor rendimiento, para estar sanos, felices y en paz con la vida.

 Imagina un auto que empieza a marcar el foco del aceite o el de mantenimiento, y tú lo ignoras. Al poco tiempo empieza a temblar y hacer ruidos extraños, hasta que un día simplemente no enciende.  Si inicialmente solo requería cambio de aceite y bujías, ahora necesita una reparación mayor, más costosa, dejando el auto en un taller mecánico por varios días, lo cual te obliga a utilizar transporte público que limitan tu movilidad.

Algo similar ocurre con el ser humano, algunos “focos de alerta” son ignorados creyendo que es normal estar irritable, estar triste, no dormir bien, no comer bien, tener adicciones, estar deprimido, estar estresado y ansioso, etc., cuando en realidad todos ellos requieren atención al convertirse en una constante que afecta negativamente tu vida diaria.

No dejes que las emociones afecten tu salud física, con enfermedades como colitis, gastritis, dermatitis, hipertensión y hasta un cáncer en el peor de los casos. En cuanto veas que las emociones y sentimientos están afectando tu día a día, y sobre todo que no te permiten disfrutar de la vida, busca ayuda. En mi experiencia tanatológica, la mayoría de los duelos se empiezan a resolver en la siguiente proporción: el 10% de alivio ocurre con el simple hecho de saber que hay alguien que puede escucharlos, sin juzgarlos o criticarlos; un 40% de mejoría ocurre al hablar de su sentir; y el 50% restante es gracias al trabajo guiado por un profesional. Supongo algo similar ocurre en psicología y psiquiatría, solo que el proceso es de mayor duración. 

Los especialistas en la salud emocional no solo tratan fobias, ataques de ansiedad, ataques de pánico, estrés postraumático, síndrome de burnout, los TOCs (Trastornos Obsesivo-Compulsivos), etc., están para ayudar a quien por sí mismo no logre, o se le dificulte, manejar sus emociones y encontrar formas de ser felices a pesar de las dificultades.

Es muy común escuchar la expresión “¡como crees que le voy a contar mis cosas a un extraño!”, pero lo grave es que ni siquiera lo hablan con alguien de su confianza, y cuando deciden hacerlo, buscan a quien les diga lo que quieren escuchar, y entonces solo se ciclan en los mismos hábitos, que por lo general se van agravando.  Esos terapeutas, a quienes consideran extraños para compartir sus problemas, son estudiosos de la salud y del comportamiento humano, con ética profesional, que tienen la ventaja de ser neutrales o imparciales, empáticos, y con una visión más amplia de lo que te puede estar sucediendo.

Otra expresión que seguido escucho en la práctica tanatológica es “no quiero llorar frente a un extraño”, y la verdad es que no quieren llorar frente a nadie, porque en nuestra cultura aprendimos que llorar es “algo malo”, es “de cobardes”, y que es un “signo de debilidad”; por lo tanto, genera un sentimiento de vergüenza, un miedo a la crítica y a la desaprobación, cuando en realidad el llanto es una respuesta natural del cuerpo ante el dolor y proporciona alivio inmediato. El llanto es esencial para nuestro bienestar emocional.

Dentro de los beneficios de ir a terapia, es que te ayuda a encontrar formas de manejar conflictos, a cambiar creencias mediante nuevos puntos de vista, a resaltar tus cualidades y tu potencial, a vencer tus miedos, a trabajar la culpa a través del perdón, a mejorar habilidades de comunicación, a la recuperación del estrés postraumático, a desarrollar la autoestima, a aumentar la resiliencia, a prevenir crisis emocionales, y a evitar recaídas enseñándonos a estar alertas a los detonantes, entre muchas otras cosas más.

Considera lo siguiente; así como llevas tu auto o tu computadora a reparar, o a darle mantenimiento con un especialista certificado, recomendado, o con experiencia en el campo, así lleva tus emociones a un consultorio psicológico, psiquiátrico o tanatológico, para asegurar el buen manejo de éstas, para cerrar círculos, o para tratar algún problema con los químicos cerebrales que pudieran distorsionar tu realidad.  Ve con la confianza de que todo lo que se dice en consulta, ahí se queda. 

Ahora bien, cuando no quedas conforme con el mecánico o técnico en reparación de equipos, o el costo de su trabajo no se ajusta a tu presupuesto, o simplemente no te brinda confianza, tienes la libertad de cambiar a otro establecimiento especializado. De igual forma, puedes cambiar de terapeuta hasta sentir que su trato, su enfoque, su especialidad y su experiencia te dan la confianza suficiente para trabajar en tu salud emocional.

 

Hagamos un tune up emocional con regularidad, y… ¡a disfrutar la vida!

 

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