jueves, 4 de julio de 2024

Del Libro “Conversando con MAYUYI” de Alicia Campos Vera - Pérdida de bienes materiales

 

Del Libro “Conversando con MAYUYI” de  Alicia Campos Vera

 

PÉRDIDAS DE BIENES MATERIALES

 



Mayuyi estaba enterada del robo del auto, pero no había tocado el tema esperando a que Elvira lo hiciera cuando estuviera lista.  Fue un frío sábado por la mañana en que ambas mujeres salieron al patio buscando el calor del sol cuando Elvira le contó brevemente lo acontecido. Su rentera escuchó con atención, sin juzgarla ni culparla; luego simplemente le habló del proceso de duelo.

- La etapa de la negación debió manifestarse al no encontrar tu auto en el lugar donde lo dejaste.  Primero, surge la duda: “¿En dónde lo estacioné?, ¡debió ser aquí!”, y en tu mente repasas el momento del arribo, la dirección y los pasos que caminaste hacia el centro comercial y qué locales te quedaban al paso. Cuando empiezas a tener certeza de que estás en el lugar correcto, te entra el temor de que te hayan robado la unidad y surge el miedo de que sea real, por eso lo niegas y sigues analizando dónde pudiste haberlo estacionado.

Elvira había estado muy atenta a cada palabra, y su rostro dibujaba asombro total, parecía como si Mayuyi hubiera vivido exactamente lo mismo que ella.

- Cuando reconoces que el auto fue robado y por eso no está donde lo dejaste, aparece la etapa de la ira.  Te da coraje por no haberlo estacionado en un lugar seguro, por no haber guardado los regalos en un lugar menos vistoso, por la delincuencia en tu ciudad o país, y hasta por haber hecho esa última escala para comprarte el vestido.

- Sí, sí, tiene razón en todo – contestó Elvira de inmediato, sorprendida de no recibir crítica alguna y, sobre todo, por la precisión de lo que sintió.

Apenas iba a preguntarle si ya le había ocurrido lo mismo, pero Mayuyi no dejó espacio suficiente y continuó diciendo:

- Y supongo que ese enojo lo descargaste en quienes tuvieron contacto contigo en ese momento, como las autoridades cuando reportaste el robo, con tu esposo cuando le contaste lo ocurrido y, tal vez, hasta con tus hijos cuando llegaste a casa.

- También en eso tienen razón, Mayuyi.  Le grité a mi marido cuando preguntaba y preguntaba con asombro cómo habían ocurrido las cosas, y confieso que hasta a las autoridades donde presenté la denuncia les llegué a levantar la voz e hice comentarios ofensivos acerca de la pobre vigilancia y muchas cosas más; tuvieron que pedirme que me calmara. A usted sí le puedo decir con honestidad que me irritaba sobremanera que mis hijos preguntaran sobre lo que había pasado y cuestionaran lo que íbamos a hacer para desplazarnos a la escuela y sus actividades sin auto.  Creo que la ira nos ciega y podemos hacer y decir cosas de las que después nos arrepentimos.

- Te debes dar permiso para sentir enojo, tristeza, dolor, impotencia, inseguridad y todo lo derivado de la pérdida de un bien material.  Estamos hablando de un artículo costoso, tal vez con valor sentimental y en la actualidad ya es considerado como artículo de primera necesidad para tu día a día, pero al sacar ese enojo se debe hacer sin lastimarte ni lastimar a los demás.

Elvira experimentó una sensación de alivio al ver que su vecina no la culpaba, por el contrario, la entendía perfectamente y justificaba su enojo, pero le quedaba una gran interrogante: ¿cómo enojarse sin lastimar a nadie?  Cuando Mayuyi le compartió las opciones para liberar el sentimiento de enojo de una forma saludable, como gritar en la playa, escribir lo que le causaba enojo con todo el sentimiento que tuviera al hacerlo, hacer ejercicio extenuante recordando el suceso o bien haciendo ejercicios de respiración, meditación o yoga que le permitieran tener paz, ninguno le pareció adecuado, pero, en caso de necesitarlo, sabía que escogería un espacio en la playa para ver si funcionaba, eso era algo que ya había visto en algunas películas.

- Después del enojo puede aparecer la etapa de la negociación o pacto, donde tal vez pensaste cosas como “prometo ser más precavida la próxima vez, pero que, por favor, encuentre mi auto, aunque sea sin llantas, pero que lo encuentre”, o algo parecido.

- No solo rogaba por encontrar mi auto, sino también por recuperar todos los regalos que había comprado pensando en cada uno de los muchachos y mi esposo.  Y sí hice un pacto, ofrecía estacionar mi auto en lugares seguros y, definitivamente, cuidar de no dejar nada a la vista con tal de recuperar todo.

- Algunas veces esa etapa pasa desapercibida o no sucede, pero la que sigue es la más difícil, es la etapa del dolor y la depresión.  En esta fase, el mismo organismo reacciona de forma muy sabia con el llanto, con desgano, incluso se puede perder el apetito, tener dificultad para concentrarse y para dormir.  Además, surgen las preguntas del “¿por qué?”: “¿por qué me ocurrió a mí y no a otra persona?”, “¿por qué no hay suficiente vigilancia?” O, en su defecto, ¿por qué hay tantos ladrones? Y también surgen los “debí” y el “sin tan solo hubiera”. Por ejemplo: “debí ocultar los obsequios”, “si tan solo hubiera estacionado el auto dentro del centro comercial” o “si no me hubiese tardado tanto en la compra del vestido”, pero todo eso no tiene respuesta. De hecho, algunos cuestionamientos que nos hacemos son por el sentimiento de culpa.

- Todavía sigo creyendo que fue un gran error hacer esa última escala para comprar mi vestido.

- Esa es una forma de verlo, pero las cosas van a pasar cuando tengan que ocurrir.

- Gracias por no decirme como todos que fue mi culpa.

- Cuando perdemos algo – continuó Mayuyi con esa calma y claridad que le caracterizaba al exponer sus conocimientos y opiniones –, normalmente buscamos culpables, a los ladrones, a las autoridades, a los médicos en casos de pérdidas de salud, a la pareja en caso de divorcio, a los jefes cuando hay despidos laborales, a la vida, a Dios, etc. Culpar a los demás nos da la sensación de quitarnos un gran peso de encima y sentirnos mejor. Por el contrario, al aceptar la culpa nos da el peso de la responsabilidad y pago de consecuencias. En el caso de la pérdida de tu auto, ese día y en ese momento creíste que el lugar era seguro y que no era necesario ocultar los regalos, o definitivamente, ni cuenta te diste que estaban a la vista de quien pasara por un lado de tu auto, así que ¿dónde está la culpa? Tú te sentiste culpable momentos después porque tu auto había desaparecido o cuando tu familia empezó a culparte, pero vuelvo a repetir, cuando fuiste por tu vestido no había culpa y no debe existir después.

- Viéndolo de ese modo ya me siento mejor, aunque el coraje todavía no se me quita.

- Está bien, tómate tu tiempo en gestionarlo – respondió con una sonrisa y dando una suave palmada a su inquilina; luego hizo una breve pausa danto tiempo a la reflexión y continuó diciendo – Hay otro factor importante que puede contribuir a que una pérdida sea dolorosa, y es la expectativa. Nuestra expectativa es siempre estar a salvo. Creo que nadie espera ser asaltado y cuando eso pasa nos duele. Todos esperamos vivir con seguridad y quisiéramos que las autoridades siempre estuvieran a nuestro lado para evitar el robo o para atrapar al ladón antes de que se lleve tus pertenencias y, si eso no ocurre, hay sentimientos de coraje, tristeza, impotencia y muchos otros.

“Otra razón por la que duele perder un bien material es por el valor que tiene, tanto monetario como emocional. En mi experiencia, perder un auto de la manera que sea es muy doloroso porque forma parte de tu vida diaria, porque tal vez te tuviste que limitar de algunas cosas para poderlo pagar, porque es parte de la historia familiar al haber tenido paseos y viajes inolvidables, o porque fue un regalo, o porque perteneció a alguien que ya no está contigo, y por muchas otras razones. Por eso es que duele al grado de llorar cuando nos quedamos sin él.

- Es correcto. Cuando nació el más pequeño de nuestros hijos, sabíamos que necesitábamos un carro más grande, y en un 14 de febrero, mi esposo me sorprendió con esa linda camioneta, y era el auto de los paseos y el de las compras navideñas.

Al decir esto, Elvira tenía un nudo en la garganta y sus ojos ya dejaban ver la formación de algunas lágrimas, así que Mayuyi decidió pasar de inmediato a la última etapa, la cual mencionó con un poco de entusiasmo.

- Lo bueno es que, una vez que superas esas etapas, ya solo falta la aceptación o resolución del duelo, donde hay que preguntarse: ¿Qué voy a hacer con lo que me queda? En tu caso, tal vez tengas que evaluar opciones para moverte en lo que compras una nueva unidad, ver que opciones de regalos puedes improvisar para tu familia. Además, puedes enfocarte en buscar un aprendizaje de esta mala experiencia, como asegurar el próximo auto, ponerle alarma y hasta un localizador GPS, no volver a dejar cosas a la vista ni dejarlo en lugares que pudieran ser inseguros ante las condiciones actuales en el país.


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