Del libro “Saber perdonar” de Rosa Argentina Rivas Lacayo - Perdonar lo imperdonable
La historia que a continuación te relato, una historia verdadera contada por el doctor Jack Kornfield, psicólogo clínico, y publicada por el doctor George E. Villant, psiquiatra de la Universidad de Harvard, nos muestra las posibilidades del verdadero y más profundo perdón.
Un muchacho de catorce años que estaba en el
programa de rehabilitación para delincuentes juveniles, había disparado y
matado a un joven inocente para demostrar su valía ante su banda. Durante el juicio, la madre de la víctima se
mantuvo impasiblemente en silencio hasta el final, cuando el joven fue acusado
de asesinato. Después de que se
anunciara el veredicto, ella se puso de pie lentamente, le miró directo a los
ojos y dijo: “Te voy a matar”.
Seguidamente el joven fue llevado a una institución juvenil donde tenía que
cumplir una condena de varios años.
Transcurrido el primer medio año, la madre del
muchacho asesinado fue a visitar al asesino.
Antes del asesinato, él había estado viviendo en la calle, por lo que
ella era su único visitante. Estuvieron
hablando durante un rato, y al irse ella le dio algo de dinero para
tabaco. Seguidamente, poco a poco, ella
empezó a visitarle regularmente, llevándole comida y pequeños regalos. Hacia el final de la condena de tres años, le
preguntó que iba a hacer cuando saliera.
Él se sentía confuso e inseguro, de modo que ella se ofreció a ayudarle
y le buscó un trabajo en la empresa de una miga. Seguidamente le preguntó dónde iba a vivir, y
como él no tenía familia a la que retornar, ella le ofreció usar temporalmente
una habitación que tenía libre en su casa.
Él vivió allí durante ocho meses, comió su comida y trabajó en el empleo
que ella le había buscado. Entonces, una
noche, ella le llamó a la sala de estar para charlar. Se sentó frente a él y esperó. Después le miró fijamente:
- ¿Recuerdas
que en tribunal te dije que te iba a mata r?
- Claro –
replicó él –. Nunca olvidaré ese momento.
- Bueno,
lo he hecho – dijo ella –. Yo no quería que el muchacho que podía matar a mi
hijo sin motivo siguiera vivo en esta tierra.
Quería que muriera. Por eso
empecé a visitarte y a llevarte cosas.
Por eso te conseguí el trabajo y te permití vivir aquí, en mi casa. Así es como me propuse cambiarte. Y aquel viejo muchacho, se fue. De modo que ahora quiero preguntarte: Como mi
hijo se fue y ese asesino también se fue, ¿te quieres quedar aquí? Tengo sitio
y me gustaría adoptarte si lo deseas.
Ella se convirtió en la madre que él nunca
había tenido.
En la historia no se describen detalles de cómo pudo llegar esa mujer a perdonar al asesino de su hijo, pero definitivamente tuvo que haber trabajado mucho en su duelo, la empatía con el muchacho y las razones que tuvo para cometer el homicidio, en la compasión hacia un adolescente desamparado, la esperanza, la fe y el amor. Pero sobre todo en el perdón que ofrece emociones positivas de esperanza, confianza, libertad y felicidad.
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