Del libro “Por el placer de vivir” de César Lozano
Tarde o temprano los seres humanos nos formulamos una pregunta sumamente importante: ¿De qué ha servido mi presencia? Su respuesta evalúa en gran medida si nuestra vida ha tenido sentido o no. Claro que la respuesta dependerá en gran parte del estado de ánimo que en ese momento tengamos. Si te lo cuestionas cuando vives una ruptura amorosa, o una crisis de empleo, te aseguro que el fatalismo estará presente en la respuesta. Si te cuestionas cuando las cosas van muy bien y además hay amor a tu alrededor, obviamente podrás afirmar: ¡Misión cumplida! En general, evaluamos como positiva nuestra presencia en el mundo, si hemos logrado las metas o anhelos que nos hemos propuesto, lo cual no es malo. Pero, sin duda, la forma en la que hemos trascendido en la vida de los demás será lo más importante.
Sucede algo muy peculiar en muchos de nosotros: evaluamos
nuestra vida con base en los afectos otorgados y recibidos, en la
cantidad de vidas que hemos tocado o cambiado para bien, en el amor
que hemos difundido y otorgado entre nuestros semejantes. Revisamos nuestra
vida con base en los buenos ejemplos que dimos, ya que, sin lugar a
dudas, ésa es la mejor forma de trascender.
El tiempo vuela, por lo que realizar este ejercicio puede
ayudar mucho a evaluar nuestras acciones, a reconsiderarlas y, en caso
necesario, a corregir el rumbo de nuestra vida haciendo los cambios
pertinentes.
Tú sabes que puedes llenarte de buenas acciones.
Trascendemos por los cambios buenos o por los malos, y la connotación de que
nuestras acciones sean positivas o negativas depende de los principios y
valores de cada persona. Si me permites, quiero referirme a las buenas
acciones, a todo aquello que fomenta el amor, la paz y la armonía.
Quiero compartir contigo algunas reflexiones que te podrán
dar luz cuando realices este importante cuestionamiento:
* Trasciende positivamente quien vive de tal forma que
sus acciones se graban en la mente de quienes lo rodean, especialmente por
la manera en cómo sortea las adversidades que se le presentan día con
día, por como vence los obstáculos que amenazan con impedir que logre
sus propósitos. Trasciendes positivamente por la forma en que reaccionas
ante los cambios, lo que hace que tus acciones se conviertan en un
ejemplo, en una anécdota digna de ser contada, y donde el protagonista
principal eres tú mismo.
* Trasciendes por las anécdotas de tu vida, que tus
amigos y familiares contaran y serán para ellos un modelo de vida: “Me acuerdo
de aquella vez cuando el auto de mi papá se descompuso en pleno desierto, y él no
perdió la calma, al contrario, nos infundió valor y confianza
mientras esperábamos a que llegaran a auxiliarnos.” O bien: “Recuerdo que
cuando mi madre se enteró de la muerte de mi abuelo mostró una entereza
tremenda a pesar del dolor.” Esos
momentos se hacen historias que quedarán grabadas en la mente de quienes te
conocieron y las contarán, por lo que se convertirán en tus pasos que dejan
huella.
Tu vida, mi vida y la de todos son como películas que pueden
quedarse grabadas en los corazones de la gente que queremos, de las personas
con las que interactuamos. Busca siempre que te recuerden por tus acciones
positivas, es una forma maravillosa de trascender. Tu presencia puede influir
fuertemente en quienes te rodean, ya que puedes cambiar con tu ejemplo sus
vidas.
* Trasciende quien cuida los detalles al actuar y al
hablar; quien es prudente en sus comentarios y logra que la gente
que lo rodea se sienta importante. Recuerdo una frase de la fundadora de uno de
los emporios de cosméticos más grande del mundo, Mary Kay. En ella afirmaba que
la mejor manera de agradar a la gente y trascender es imaginar que cada una de
las personas a quienes tratas lleva consigo la frase: “Hazme sentir
importante.”
Es obvio que todos deseamos sentirnos respetados, valorados
y reconocidos, lo cual puede traducirse en hacernos sentir importantes.
Recuerda que la gente olvida lo que le digas, lo que nunca olvida es cómo la
hiciste sentir.
* Trasciende quien comparte sin egoísmo. Quien
reconoce que la vida tiene altas y bajas y sabe que ayudar con el corazón
engrandece al alma. Comparte lo que, gracias a Dios y con su esfuerzo,
has obtenido y, sobre todo, recuerda que la humildad es la eterna compañera del
amor. Deja huella también quien comparte su ser y su saber, sin miedo a
que el alumno pueda superar al maestro.
* Trasciende quien carga su cruz con optimismo y sin
afán de voltear hacia atrás continuamente para preguntarse el por qué de las
situaciones que no se pueden evitar.
Que gran reto representa aceptarnos a nosotros mismos, y que
los demás nos acepten; aceptar circunstancias y personas que nos son
difíciles de tolerar. Deja huella quien acepta y se adapta a los cambios que
llegan, con la esperanza de que el mañana sea mejor, pero no por eso deja
expresar su pena ante el infortunio, ya que el dolor es parte de la vida y
también es una forma de trascender.
* Trasciende quien comparte consejos y pregona con el
ejemplo. Dar un buen consejo siempre habla de inteligencia. Peor dar un
consejo basado en la experiencia propia denota sabiduría.
* Trasciende quien ríe con ganas, sin dificultad.
Quien hace de la risa un hábito y cree que la vida es muy importante como para
vivirla con indiferencia. La risa sana previene, revitaliza y, sobre todo, crea
un ambiente de cordialidad. Quien sonríe frecuentemente es fácil de amar.
Quien carga amargura en su rostro siempre será difícil de querer. Gran diferencia existe entre quererte y
soportarte.