viernes, 28 de marzo de 2025

 

Del libro: “Un alma valiente” de Nick Vujicic

FINGIR PARA LOGRARLO

 


Lo que estamos viendo aquí no es algo nuevo para los adolescentes. Creo que la mayor parte de los psicólogos y psiquiatras están de acuerdo en que, durante la adolescencia, la mayoría de nosotros empezamos a forjar nuestras identidades, a descubrir quienes somos, en dónde encajamos y en torno a qué podemos construir nuestras vidas. Cuando estaba entrando en la adolescencia, deseaba profundamente encajar con los demás chicos. No quería que nadie me percibiera como débil ni inseguro, así es que adivina qué hice. Fingí ser alguien más. ¡Mala estrategia, Nick!

Intenté encajar actuando como un tipo duro y diciendo groserías como los chicos a los que quería impresionar. Era un comportamiento muy extraño para mí. Ni siquiera recuerdo haber escuchado una mala palabra antes de secundaria. En mi casa no se decían groserías.

Mis padres nos educaron para amar a Dios y honrarlo en todo momento. Nuestra vida estaba construida alrededor de nuestra fe. A mi hermano, mi hermana y a mí nos protegieron del mundo de muchas maneras; ni siquiera nos dejaban escuchar estaciones de radio, a menos que fueran cristianas.

Dios debió haberse sentido muy decepcionado cuando me escuchó decir groserías, pero estoy seguro de que entendió que estaba un poco perdido. Mis primeras semanas en la secundaria me abrieron los ojos. ¡Todo el mundo decía malas palabras! Por lo menos, así parecía. Escuchaba tantas groserías por todos lados que comencé a preguntarme si yo estaba equivocado y tal vez las palabras que yo consideraba malas palabras en realidad no lo eran. Era como si hubiera descubierto un lenguaje totalmente nuevo.

En serio, me convencí de que decir groserías era la forma normal de hablar de los adolescentes. Estaba desesperado por parecer normal, cool y como un tipo duro, así es que abandoné al verdadero Nick y me convertí en Nick, El Malhablado.

Comencé a decir groserías porque tenía miedo de no encajar. No tiene nada de malo querer encajar y ser aceptado, pero lo que sí es malo es abandonar tus valores y creencias para conseguirlo.

Me estaba rechazando a mí mismo con la esperanza de que nadie más me rechazara. Qué locura, ¿verdad? Todos hacemos ajustes para llevarnos bien con otras personas. Hasta cierto punto, todos tenemos que adaptarnos a lo que las personas que nos rodean quieren o necesitan. Todo eso es parte de vivir en un mundo más grande: formando parte de una familia, una comunidad, un país y el mundo.

Pero nunca deberías hacer cosas que sientes que están mal porque quieres encajar. No necesitas fingir que eres alguien más para eso: tú ya tienes un lugar en esta tierra.

Mejor prueba esto: Siéntete tan cómodo contigo mismo que las demás personas se sientan cómodas contigo también.  Crea una vida que te gaba tan feliz que quieran compartir tu felicidad.


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viernes, 21 de marzo de 2025

 

Del libro “El regalo” de Stefanos Xenakis

 

HUMOR

 




La vida es un juego y la única forma de perder es no jugar. Esa era una de las frases favoritas de mi mentor.  Nos la repetía hasta la saciedad, hasta que captábamos el mensaje.

Un día, mientras hago cola en el banco, oigo una interesante conversación detrás de mí y me paro a escuchar. Una mujer, de unos cuarenta y tantos años, está hablando con un hombre mayor. Le está diciendo lo joven que parece su padre para su edad.

– Cuando nos ven juntos, ¡la gente piensa que somos pareja! – exclama–. ¡Ahí está! Papá, ven aquí, ¿quieres?

Lo miro de reojo. Un anciano alegre se acerca a paso ligero. Tiene una sonrisa de oreja a oreja y lleva unas bermudas, una camiseta moderna y una gorra de béisbol; el eterno adolescente. Irradia energía. Es el tipo de hombre que, con solo mirarlo, ya te alegra el día. Se mete de pleno en la conversación.

– ¿Qué edad me echas? – le pregunta al hombre mayor.

– ¿Sesenta? – pregunta el tipo en voz alta.

– ¡Setenta y cinco! – declara con orgullo el “adolescente”, y deja escapar una risita.

Me doy vuelta, atónito. No me perdería la energía que irradia aquel hombre por nada del mundo.  Cedo mi tanda en la cola y me cuelo en la conversación. El anciano sonría con toda la cara.

– ¿Nos conocemos? – me pregunta–. ¿Del barbero, puede ser? – Suelta una risotada al quitarse la gorra. Está completamente calvo, como yo –. ¿Vamos juntos a clase de baile? ¿Nadas en invierno?

El tipo se lo guisa y se lo come, pero, sobre todo, nunca se olvida de reír. Ni de bromear. Por cualquier cosa, por pequeña que sea.

 

La alegría lo es todo. La risa es la hija y la madre de la alegría, como en el dilema del huevo y la gallina. Cuando estás feliz, te ríes, pero también te ríes para estar feliz. Y en la base de ambas está tu sentido del humor, que ocupa el puesto de mando de tus sentimientos. El humor es vida. Es la esperanza de que algo nuevo, algo especial, esté naciendo. El humor es la celebración de la vida.

 

Las personas con sentido del humor son más felices. No envejecen y enferman mucho menos. Brillan con luz propia, resplandecen. Vayan donde vayan, atraen la energía positiva, como si estuvieran lanzando purpurina a su alrededor. Dejan el mundo un poquito mejor que como se lo encontraron.

 

Tener sentido del humor es señal de carácter, delicadeza y elegancia.  Es algo propio de las grandes personas. 

 

Winston Churchill y la parlamentaria británica lady Astor eran conocidos por sus ingeniosas conversaciones.  Un día, lady Astor le dijo:

– Si fuera usted mi esposo, le envenenaría el té.

A lo que Churchill respondió:

– Señora, si yo fuera su esposo, me lo bebería.

 

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miércoles, 19 de marzo de 2025

Del libro “Inquebrantables” de Daniel Habif - Tus sueños

 Del libro “Inquebrantables” de Daniel Habif





“Si tus sueños no te aterran, es porque todavía estás soñando muy abajo.


Sueña hasta que te tiemblen las piernas”.


El reto del siglo es hacer más con lo que sabemos. Te aseguro que así se abrirán caminos en el

desierto y ríos en la soledad. Sentirás estas palabras solo como una inyección de entusiasmo que

durará unas horas o unos días, y después la emoción bajará y te llevará de nuevo a la confusión o

la depresión por falta de propósito.


Vivirás la motivación como un acto de magia y no como un hecho irreversible en tu vida. Debes

tatuar tu alma, reprogramar tu mente y tu corazón con los códigos de lo alto, es urgente que

limpies las telarañas de la mediocridad y te eleves a un nuevo estándar. ¡Júratelo allí donde estás!,

¡júratelo ahora mismo!, date cuenta de que no quieres cambiar, solo deseas cambiar: tú no

quieres dejar de estar deprimido, tú solo deseas dejar de estar deprimido; lo que tienes es una

lista de deseos, no de convicciones.


Ningún deseo existe sin el poder firme de decisión y de acción, pero antes de aprender hay que

desaprender. Tira lo que sabes que ya no te sirve, necesitas firmeza, no dureza. Tu promesa no se

retrasará ni un día, pero debes creer que es tuya, solo tuya, y debes pelear por ella.

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jueves, 6 de marzo de 2025

¿Cómo aprendiste a ver la muerte? Autora: Alicia Campos Vera

 

¿Cómo aprendiste a ver la muerte?   Autora:  Alicia Campos Vera

 




Analiza como has aprendido a ver la muerte, desde tu infancia. ¿Qué te dijeron tus familiares y amigos sobre la muerte? ¿Qué películas te impactaron sobre el tema de la muerte? ¿Cómo fue tu primera pérdida significativa?

Recuerdo la historia de un anciano gravemente enfermo que no quería morir, porque su creencia era que si moría se iría al infierno, pues de joven había hecho muchas cosas malas.  También hay gente que cree que deben guardar luto o vivir tristes casi de por vida, porque en las películas de antes así se veía. Hay varias películas mexicanas donde a gritos expresan “si te mueres, me mato”, o “si tu te mueres, ya no tiene caso vivir”, o “la vida sin ti, no es vida”. Por mencionar algunas. Que diferente sería que en las películas dijeran “honraré tu memoria viviendo intensamente”, o “me duele tu partida, pero te quedas en mi corazón y me darás fuerza para volver a ser feliz”, o “ya no te tengo físicamente conmigo, pero tu recuerdo no muere”, etc.

En otras culturas como la hindú y la islámica, la muerte no se ve como una tragedia sino como un proceso natural, donde al morir el cuerpo físico deja de existir, pero el alma sigue un nuevo camino. Por lo tanto, ellos celebran la muerte y se quedan con los gratos recuerdos y enseñanzas del ser querido. Esto hace que su proceso de duelo sea breve y puedan encontrar paz.

El miedo a morir, por ejemplo, en muchos casos se debe a experiencias muy desagradables a temprana edad, ya sea porque presenciaron una muerte violenta, porque la madre casi enloqueció cuando murió el padre, porque le tocó auxiliar en los cuidados de un familiar moribundo, o por una experiencia traumática en una alberca, etc. Sin embargo, nadie, absolutamente nadie nos puede asegurar como se siente morir, pero muchos podemos explicar a detalle como se siente vivir, y vivir intensamente.

Otra creencia que dificulta la aceptación y resolución de un duelo por muerte de un hijo joven, es que se cree que por ley general primero deben morir los abuelos, luego los padres y después los hijos, pero la realidad es que nuestra “línea de vida” o “fecha de expiración” nadie la sabe, y puede ocurrir cuando menos lo esperemos. Cuando me preguntan, ¿por qué aun sabiendo que todos vamos a morir algún día, nos cuesta tanto trabajo aceptarlo?, les digo que se debe a que por más que escuchamos la frase “vive hoy como si fuera el ultimo día”, en realidad no lo hacemos.

Hay quienes aprendieron a negar la muerte, creyendo que al negarla no existe, o se evita. Un ejemplo es la expresión “no voy a hacer testamento, porque estaría invocando a la muerte”, o “llamaron para ofrecer paquetes funerarios y les colgué, ¡yo no pienso morirme!”.  Sin embargo, hablar de muerte te invita a hablar de vida. Ayuda a visualizar que estás haciendo hoy para vivir (los años que tengas que vivir), de forma sana, autosuficiente e independiente. Ayuda a tener siempre tus documentos en orden y tu última voluntad por escrito, solo por si acaso. Hasta pudiera ser un motivador, para viajar, darte algunos lujos, atreverte a completar proyectos o ideas y hasta ir cerrando ciclos, para no dejar asuntos pendientes.

En el otro extremo, están los que ven a la muerte como algo maravilloso, un paso a la gloria, a donde no hay dolor, a un lugar mejor, y entonces, ante una situación agobiante o dolorosa piensan en acabar con su vida. La verdad es que no es necesario morir, para vivir una buena vida.

En conclusión: La forma en que aprendiste a ver la muerte, puede facilitar o dificultar tus procesos de duelo, y hasta tu propia muerte. Si la forma en que aprendiste te impide hablar de ella, o genera sentimientos desagradables, cámbiala por la aceptación de ésta como parte de la vida, y como un recordatorio de que debemos vivir, apreciar lo que tenemos, disfrutar el tiempo con nuestros seres queridos, aprender a despedirnos y a dejar la mejor huella posible en este mundo a cada paso que damos.

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